lunes, 17 de mayo de 2010

Capítulo 2. Pétalos de rosa

Se subieron a la moto de Kaoru y Anthy se sujetó fuertemente a éste cuando un súbito acelerón la tomó por sorpresa.

Aun tenían tiempo de sobra pero no querían arriesgarse y prefirieron llegar allí con tiempo y planear algo por si las cosas no salían bien.

El sonido del motor irrumpía en el silencio de la noche y tan solo era acompañado por los pensamientos que se sucedían en la cabeza de la joven ¿Era posible que Akio la hubiera encontrado? Era lo que más temía, no quería volver a yacer en sus brazos, volver a sentir su tacto, volver a sentirse utilizada por aquel príncipe renegado… Cada vez que pensaba en cómo la había usado a su antojo se daba asco y aún más al recordar que ella le había puesto en bandeja el corazón de Utena permitiendo así que ambos se unieran, se mordió el labio, su hermano había tenido para él lo que ella más había llegado a amar y todo por la falsa creencia que el príncipe que una vez había sido podía volver a surgir entre toda la maleza que envolvía su corazón.

Miki volvió a acelerar provocando que sus pensamientos se marchitaran y quedaran flotando en medio de la nada.

Llegaron al parque Ueno y como era de esperar no había nadie allí. Dejaron la moto aparcada y se dirigieron a prisa hacia el santuario Gojo.

- Señor Kaoru, puede que nos estemos metiendo en la boca del lobo – Anthy hablaba entre exhalaciones de aire.

- Y nosotros seriamos las ovejas si no me equivoco… - Miki se quedó reflexionando unos instantes y se echó a reír. – debemos ser unas ovejas muy estúpidas.

Aquel comentario hizo que Himemiya se riera y la tensión cargada en el ambiente se relajó momentáneamente.

Continuaban corriendo cuando avistaron una sucesión de columnas rojas que indicaban la entrada al lugar, Miki se paró en seco y Anthy se volteó para mirarle.

- ¿Por qué nos detenemos aquí? – Ella no parecía comprender del todo la actitud de Kaoru.

- No deberíamos abalanzarnos allí tan precipitadamente, sin tener un plan ni nada a lo que aferrarnos – El sentido común del joven era acertado y Anthy no podía ignorar su lógica.

Así pues ella asintió y Miki continuó explicándose.

- Creo que lo más oportuno es que pensemos algo – suspiró – tratándose de Akio, si suponemos que el autor de las cartas efectivamente es él, lo más probable es que haya planeado todo a la perfección, incluso nuestro encuentro fortuito en el ascensor debe haber pasado por su mente… me va a ser difícil burlar su estrategia, pero… déjame pensar…

Kaoru se frotó la barbilla y se sentó en un banco cruzando las piernas, en esa postura parecía algo de lo más tierno y Himemiya recordó los días en los que él, Utena y ella estudiaban juntos.

No había pasado tanto tiempo de todo aquello pero que lejano se le hacía…

- ¿Puedo ayudarle en algo? – Se inclinó hacia él.

- De momento no Himemiya, si pudiéramos quedarnos en silencio un momento… me resultaría más sencillo pensar en algo – le miró afablemente y acto seguido volvió a concentrarse en sus ideas.

Anthy se sentó a su lado y saco a Chuchu del bolsillo derecho de su chaqueta, el pobre parecía mareado, probablemente a causa de las sacudidas de la moto. Le pasó el dedo índice por la mejilla y éste emitió un pequeño sonido “Chuu…” desde siempre él había sido su mejor amigo y su fiel compañero, rió levemente tras observarle un par de veces más y le dio un beso.

Himemiya se tumbó hacia atrás y notaba cierta pesadez en sus párpados, era algo normal pues hacía cierto tiempo que no dormía y su mundo fue oscureciéndose lentamente hasta el instante que dejó de ver o sentir nada.

- ¡Anthy! ¡Anthy! … ¡¿Estás huyendo?!

- Señorita… Utena…

Se despertó sobresaltada y Kaoru acarició su mejilla.

- Estabas soñando Himemiya – le dijo con tono dulce.

El día comenzaba a brillar y los primeros rayos de sol ya se dejaban ver entre la multitud de edificios.

- Señor Kaoru… yo… siento haberme dormido… de verdad… ¿Qué hora es? – Se frotó los ojos y parpadeó un par de veces mientras el joven miraba su reloj.

- Las seis, deberíamos ir ya hacia el santuario.

- Conseguiste… ¿Conseguiste pensar en algo? – Ambos se pusieron en pie y se echaron a correr hacia el lugar del encuentro.

- Sí, creo que lo más oportuno sería contar con ayuda, por lo que llamé a Yuri y Saionji, sin embargo no conseguí que Touga contestara a mis llamadas… de momento tú y yo esperaremos a esa misteriosa persona y de aquí unos minutos se unirán ambos. – Exhaló una gran bocanada de aire que expulsó de inmediato – Sería necesario que no diéramos información a la ligera, dudo mucho que el propio Akio haya venido a buscarte por lo que aun tenemos posibilidades.

Atravesaron las columnas y llegaron a unas pequeñas escaleras que daban paso a la gran explanada dónde se situaba el santuario, para su suerte o su desgracia el lugar permanecía vacio.

- No nos queda otra que esperar… - Ambos miraron alrededor procurando avistar alguna figura humana sin éxito. – Himemiya, ¿Tienes aquí las cartas?

- Si – ella le mostró los dos sobres que guardaba en el interior de su chaqueta.

Miki las examinó por última vez y terminó dándose por vencido.

Se mantuvieron de pie esperando, con sus sentidos alerta al estilo de la presa que huye de un furtivo cazador. El viento de aquella mañana siseaba con delicadeza entre las hojas de los árboles y leves cantares de algún que otro pájaro tensaban de sobremanera el ambiente.

Anthy se aproximó a Kaoru y le tomó del brazo, el miedo iba haciendo grandes estragos en ella y toda aquella situación le recordaba demasiado a su pasado junto a Akio.

- Yo te protegeré – le susurró – No temas.

Ella sonrió para sí misma al pensar en la figura de Utena y la promesa que una vez le había hecho… ahora sabía que esa frase tan solo cobraría sentido si era pronunciada por sus labios, nadie más podía hacerla creer que así sería.

- No es necesario que lo haga señor Kaoru – le respondió con amabilidad – preocúpese ante todo por usted.

El joven la miró de reojo y volvió a centrarse en su alrededor, el templo de madera se mantenía en perfecto estado pero al estar solos en aquel lugar la imagen que daba era de lo más tétrica. Himemiya alzó su reloj, las seis pasadas “Puede que nos hayamos equivocado” apretó el puño y agachó la mirada.

Los minutos iban pasando y su respiración era el único sonido humano que percibían de aquel lugar, una respiración que por instantes parecía agitarse más y más fruto del nerviosismo, ella pudo comprobar que el corazón del joven latía de forma desmesurada y le acarició sutilmente la mejilla para calmarle.

Fue entonces cuando el tenue siseo del viento adquirió un matiz más profundo y unos pasos denotaban que alguien se les acercaba, primero de forma lenta pero segura y a medida que el sonido era más cercano aquellos pasos se apresuraban. Kaoru reaccionó al instante y situó a la joven a sus espaldas, pero ésta le apartó cuidadosamente y se colocó a su izquierda.

- Le agradezco el detalle, pero yo dejé de ser una princesa que necesita ser salvada desde hace más de un año – Mintió, ella seguía siendo una princesa, pero Miki jamás podría llegar a ser su príncipe.

Él comprendió ese gesto y ambos fijaron su atención en la delgada y desdibujada silueta que se les acercaba, dejándose ver y terminando de definir sus rasgos conforme avanzaba. El pánico de aquel momento pasó a convertirse en la más absurda incomprensión cuando Kaoru balbuceó una palabra.

- ¿Presi…dente? – Miki no podía creer lo que sus ojos estaban viviendo y sujetó con fuerza la mano de Anthy.

- Veo que al final viniste acompañada Himemiya, me alegro. – Touga Kiryuu les miraba con ese semblante de superioridad tan característico – Cuanto tiempo.

Se quedó de pie mientras apartaba el cabello que le cubría la cara hacia ambos lados y sus ojos azules se centraron en la joven.

- ¿Usted escribió las cartas señor Kiryuu?

Touga vaciló un momento y tras apartar la mirada contestó asintiendo con la cabeza, acto seguido volvió a mirarles a ambos. Kaoru le devolvió el gesto con incomprensión, notando como sus maxilares se separaban para articular palabra sin éxito, al fin tragó saliva y recuperó algo de calma.

- ¿Por qué nos escribiste esas cartas Touga? – Se puso firme y prosiguió – Acaso ahora… no puede ser… ¿Acaso te has vuelto el perrito faldero de Akio…? ¡Contesta!

Miki le hablaba sin titubear y el presidente del consejo continuó sin inmutarse.

- Entiendo que os dejéis llevar por el miedo y relacionéis lo sucedido con Ohtori, no obstante actué por mi propia voluntad. – suspiró y se acercó al joven – No tenéis de qué preocuparos.

Ambos comprendieron que Kiryuu no mentía ya que el tono y el modo en que hablaba denotaban confianza, pero aún había dudas sin resolver.

- ¿Por qué contactó con nosotros de ese modo? – Esta vez insistió Anthy.

- Veamos – Touga carraspeó un par de veces como quien se prepara para comenzar un largo y aburrido discurso – Cuando los miembros del antiguo consejo propusimos ir a buscarte supe que debía utilizar todo lo que estuviera en mis manos para encontrarte, y si permanecía a su lado no lograría alcanzar mi objetivo. Así pues utilicé mis contactos para buscarte y en Copenhague al fin di contigo…

- Un momento Touga – interrumpió Miki - ¿Tú ya la habías encontrado antes?

- En efecto – se rió éste – Pero me pareció divertido dejaros con la intriga e idear el juego de las cartas, quería que nos reuniéramos de un modo especial al fin y al cabo.

Himemiya y Kaoru se miraron y soltaron una bocanada de aire aliviados, pero al mismo tiempo contenían las ganas de abalanzarse sobre el presidente por haberles hecho pasar una pésima noche.

- Antes de pedirte nada, debo hablar contigo Anthy – Kiryuu se separó unos centímetros de Miki y se dirigió a la joven – Debes saber algo de la persona que con tanta desesperación buscas…

Himemiya notó que su corazón daba un vuelco “la persona a quien busco…” abrió la boca con ánimo de preguntarle qué sabia y si verdaderamente él hablaba de Utena, pero sus intentos se vieron frustrados. Una figura pasó rápidamente ante sus ojos situándose delante suyo y apartándola con la mano, su ondulada y verde melena se agitaba con el viento y en su mano sujetaba firmemente una espada de kendo.

- No te preocupes Anthy, tu príncipe ha venido a recatarte y liberarte de este acosa… - Saionji se detuvo contemplando a Touga con atención -…dor.

- De verdad Saionji, veo que en este tiempo no has cambiado… - el de pelo rojizo se acerco a este último y bajó su espada despacio. – Mantén la calma.

Él permaneció boquiabierto y tartamudeaba un seguido de cosas sin sentido, cuando una voz femenina les distrajo.

- Veo que has reunido a toda la familia, Touga. – Juri apareció entre unos arbustos y se situó junto al presidente.

- Eso parece – Kiryuu rió simpáticamente y se dispuso a explicar de nuevo el montaje que había hecho.

Tras finalizar su relato todos quedaron en un incómodo silencio, pero en el fondo se alegraban de volver a estar reunidos aunque aquello provocara una serie de recuerdos desagradables…

- Miki te debe haber informado de la situación de la Academia Ohtori – Touga se pasó la mano por la cabellera. – Y también debe haberte dicho que necesitamos tu ayuda. La tuya y la de Utena Tenjou.

Anthy tragó saliva.

- Veo que usted recuerda a Utena señor Kiryuu.

- Fue muy extraño lo que nos sucedió después de la revolución, sentía que algo en mi memoria había desaparecido pero aun así no lograba comprender qué era lo que me faltaba – respiró hondo – entonces fue cuando la vi… por puro capricho del azar… y los recuerdos vinieron a mí como una ráfaga incesante.

Los otros miembros del consejo parecían no comprender muy bien el rumbo que había tomado la conversación.

- Pero… ¿Quién es esa Utena? – Saionji miraba perplejo a Touga.

- Cierto, excusadme, vosotros aún no habéis recuperado los recuerdos que compartisteis con ella… - se acercó a Kaoru y le dio unas palmaditas en el hombro – Sin embargo cuando la veáis me comprenderéis…

Anthy notó cierto aire melancólico en sus palabras.

- Señor Kiryuu si no le importa… ¿Dónde vio a la señorita Utena? – Himemiya notaba como su corazón palpitaba con fuerza y un sudor frío la invadió.

Touga buscó en el bolsillo de su chaqueta y sacó una fotografía que le pasó a la joven.

- Creo que te agradará volver a ver tal belleza – suspiró – Lástima que todo haya cambiado tanto…

Anthy tomó la foto en sus manos y acarició la silueta que en ella se dibujaba. Utena aparecía vestida con una camiseta de tirantes ceñida y unos vaqueros ajustados, llevaba un delantal con un logotipo “Rose Petals” y en sus manos sujetaba una regadora con la que cuidaba las rosas de una floristería. En el local se alzaba el mismo logotipo que se dibujaba en el delantal. El rostro alegre y sonriente de su príncipe fomentaba la abrumadora belleza de que hacía gala.

La joven se llevó la fotografía al pecho y al separarla de su cuerpo se fijó en una escritura situada en la parte de atrás donde figuraban dos direcciones y dos números de teléfono.

- Ahora depende de ti, Anthy – Kiryuu la miró – Debes ir con ella.

- Un momento – Juri intervino en la conversación – Hay algo que no me ha quedado claro, si esa mujer formó parte en algún momento de nuestras vidas… ¿Por qué no intentó contactar con nosotros?

Touga rió satisfecho con una pregunta que parecía estar esperando.

- Muy sencillo, por el mismo motivo que nosotros no la hemos buscado a ella.

- Con eso quieres decir que… - Miki parecía empezar a comprender todo lo que estaba sucediendo.

- Con eso quiero decir que ha perdido la memoria. – Aquellas palabras se grabaron a fuego en la mente de Himemiya y se quedó unos instantes inmóvil y prácticamente sin respirar – Pude comprobarlo cuando al pasar junto a ella no me reconoció…

El ambiente volvió a cargarse de un silencio ya pesado cuando el presidente del consejo volvió a coger el turno de palabra.

- Tienes un mes Anthy, un mes para hacer que Utena vuelva a recordar todo lo sucedido, hasta entonces nosotros restaremos al margen y nos informaremos desde dentro sobre los planes de Akio Ohtori – Acarició la frente de la joven. – Quedaremos aquí a la misma hora cuando se cumpla el plazo pactado.

Kiryuu sonrió y dio media vuelta alejándose del lugar, Yuri le echó una fugaz mirada a Himemiya y siguió los pasos de Touga.

- Buena suerte Himemiya – Kaoru se le acercó y le besó la mejilla – No he comprendido muy bien la situación, pero como tu dijiste… necesitamos a Utena. Te deseo de todo corazón que logres tu objetivo.

Anthy notó como sus ojos se llenaban de lágrimas y asintió con la cabeza sujetando con fuerza aquella fotografía.

- Yo… esto… Himemiya… - Saionji sacó un libro de portada dura y letras doradas de su yukata y se lo acercó a Anthy – estuve escribiendo en nuestro diario compartido durante todo este tiempo… sería un gran honor para mí que lo continuaras.

- Por favor… - Miki se llevó las manos a la cabeza - ¿Aún sigues con eso Saionji?... Venga, vámonos.

El pequeño le agarró y le fue llevando a rastras mientras él intentaba entregarle aquel libro a Anthy. Poco a poco fueron alejándose y no quedaron más que sus sombras vislumbradas en el horizonte, Himemiya volvió a mirar aquella fotografía “Estoy tan cerca…” besó levemente el rostro de Utena y sonrió.

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